Movimiento Ciudadano en Jalisco atraviesa su peor crisis interna. Las recientes declaraciones del presidente municipal de Zapopan, Juan José Frangie, han encendido las alarmas dentro del partido. En un acto de abierta confrontación, el edil acusó que el partido está “secuestrado”, dejando entrever una fractura cada vez más marcada entre dos bloques de poder: el grupo del actual gobernador, Pablo Lemus, y el alfarismo, encabezado por el exmandatario Enrique Alfaro.
Las palabras de Frangie no fueron casuales ni aisladas. Como una de las figuras más cercanas a Lemus, su postura refleja el descontento de quienes consideran que el partido ha sido monopolizado por un grupo que se resiste a ceder espacios. Esta confrontación ha estado latente desde hace meses, pero ahora estalla en medio de un contexto delicado: el escándalo del narco-rancho de Teuchitlán, un caso que amenaza con convertirse en un problema de magnitudes nacionales y que podría hundir al alfarismo si no se maneja con precisión.
El rancho Izaguirre, ubicado en Teuchitlán, fue asegurado en septiembre de 2024 por la Fiscalía de Jalisco, cuando aún estaba bajo el control del alfarismo. Sin embargo, la reciente revelación de que el sitio albergaba crematorios clandestinos y que se encontraron restos humanos calcinados ha provocado una tormenta política. La pregunta que muchos se hacen es: ¿sabía la administración anterior de la existencia de estas prácticas? ¿Hubo encubrimiento? Y lo más importante: ¿por qué no se informó de ello en su momento?
A diferencia de lo que ocurrió en el pasado con otros escándalos que fueron minimizados, Lemus ha dejado claro que no tiene intención de cargar con la responsabilidad de los errores del alfarismo. Mientras los cercanos a Alfaro buscan protegerse y evitar que el tema escale a nivel nacional, Lemus ha apostado por la transparencia, permitiendo que las investigaciones avancen sin trabas. Esta postura ha incomodado a quienes hasta hace poco dominaban el partido y que ahora ven en Lemus un peligro para su supervivencia política.
El caso Teuchitlán podría convertirse en un fenómeno similar al de los 43 normalistas de Ayotzinapa si no se atiende con seriedad. La magnitud del hallazgo, sumado a las omisiones de las autoridades en su momento, ha generado un clima de tensión que no solo pone en riesgo la estabilidad de Movimiento Ciudadano en Jalisco, sino que podría tener repercusiones a nivel nacional. Mientras tanto, el partido, que alguna vez se presentó como una alternativa fresca frente a la política tradicional, hoy se tambalea en medio de luchas internas y acusaciones de encubrimiento.
La fractura es innegable y la pregunta clave es: ¿se quedará Lemus solo en su afán de deslindarse del alfarismo o logrará tomar el control total del partido en Jalisco? Lo que está claro es que Movimiento Ciudadano enfrenta un punto de quiebre que podría definir su futuro en el estado y, posiblemente, su viabilidad como opción política a nivel nacional.