• Vie. Sep 19th, 2025

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El análisis de los asuntos públicos

En un giro histórico para la Iglesia Católica, el cónclave de 2025 eligió a Robert Francis Prevost Martínez como el nuevo Pontífice, quien adoptó el nombre de León XIV, convirtiéndose así en el primer papa originario de Estados Unidos y en uno de los más vinculados al continente latinoamericano gracias a su trayectoria pastoral en Perú.

Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Illinois, Prevost es hijo de Louis Marius Prevost, de ascendencia francesa e italiana, y de Mildred Martínez, de origen ecuatoriano. Aunque su formación comenzó en su ciudad natal, su vocación lo llevó lejos: primero a Roma, luego a Perú, y ahora, al trono de San Pedro.

Prevost pertenece a la Orden de San Agustín, y fue ordenado sacerdote en 1982. Tras obtener grados académicos en matemáticas y filosofía, y doctorarse en Teología, pasó más de cuatro décadas como misionero y obispo en Perú, donde no solo sirvió a comunidades vulnerables, sino que también adoptó la nacionalidad peruana.

En 2023, fue llamado a Roma para encabezar el poderoso Dicasterio para los Obispos, donde tuvo a su cargo la delicada tarea de proponer y revisar nombramientos episcopales en todo el mundo. Su trabajo fue reconocido por su equilibrio entre firmeza doctrinal y apertura pastoral.

El 8 de mayo de 2025, tras la muerte del Papa Francisco, el cónclave lo eligió como su sucesor en la cuarta votación. Desde el balcón de San Pedro, León XIV pronunció un breve pero contundente mensaje: “Vengo de la periferia, pero traigo el centro de la fe en el corazón”.

El nombre que eligió no es casual: León XIV evoca a León XIII, el papa que en 1891 escribió la encíclica Rerum Novarum, uno de los textos fundacionales de la doctrina social de la Iglesia. Con ese guiño, León XIV busca mostrar continuidad con la agenda de justicia, dignidad y derechos para los más desfavorecidos, en un mundo marcado por la desigualdad y el desencanto religioso.

Lejos del tradicional perfil europeo, el nuevo pontífice representa a una Iglesia verdaderamente global, mestiza y en diálogo con el sur del mundo. Su elección también responde a los desafíos que enfrenta la institución: la crisis de abusos sexuales, la pérdida de credibilidad, la necesidad de reformar estructuras internas y de acercar la fe a nuevas generaciones.

Aunque mantiene posturas conservadoras en moral sexual y familia, su trayectoria revela una voluntad de escucha, inclusión y cercanía, especialmente hacia las comunidades marginadas, pueblos indígenas y jóvenes creyentes.

Con León XIV, la Iglesia no solo tiene un nuevo líder: tiene una nueva oportunidad de reconciliarse con sus fieles, de avanzar en reformas urgentes, y de mostrar que, aún desde Roma, el Evangelio puede tener acento latinoamericano.

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